ENGLISH / IMPRESO
“Just get over it, just get over it”. Repetía una y otra vez apretando los dientes, al compás de las braza das, y es que esa frase, de tanto escucharla, la enciende. En 2014, Norma Bastidas rompió el Récord Guinness cuando completó el triatlón más largo del mundo: recorrió 3,692.2 kilómetros en bicicleta, nadó 152.1 y corrió 1,138.7; cubrió un trayecto especial: una de las más grandes rutas de tráfico de personas en el mundo entre México y Estados Unidos para hacerse escuchar, dar visibilidad a la trata de personas y violencia sexual, y buscar atraer la atención y los recursos que lo resuelvan desde la raíz.
“Just get over it, just get over it,” she repeated, teeth clenched, over and over again in time to the rhythm of her swinging arms. It’s a phrase that, after so much repetition, gets her going. In 2014, Norma Bastidas broke the Guinness Record by completing the world’s longest triathlon: she ran 2,294.2 miles on bike, swam 94.5 miles, and ran 707.6 miles. The trail had special meaning: one of the biggest human trafficking routes in the world between Mexico and the United States in order to make herself heard, raise awareness of human trafficking and sexual violence, and seek to attract attention and resources that get to the root of the problem.
Después de la supervivencia // After survival
Correr. Con el viento en contra, con calor abrumador o frío agobiante; correr. Norma Bastidas corrió toda su vida y no lo supo hasta el momento preciso, cuando lo hizo libremente, para evitarle ese sufrimiento a más mujeres. Desde pequeña fue víctima de violencia sexual; después, fue víctima de trata en Japón. Por último, cuando logró escapar, tiempo después enfrentó otra situación desafortunada, su hijo mayor fue diagnosticado con una enfermedad ocular degenerativa… Y entonces comenzó a correr, literalmente. Primero corrió buscando fondos para encontrar cura a la enfermedad; después, cuando su hijo aceptó la condición con la que vive, corrió para dar voz a millones de mujeres, adolescentes y niñas que sufren violencia sexual y trata.
Aunque es sobreviviente de estas circunstancias, no permite que la definan. “Lo único que me queda es asegurarme de que no vuelva a sucederle a nadie más. Ahí llegas a ser sobreviviente: ya no me define, ya no soy víctima”, aclaró en una entrevista previa a la presentación en México, en el marco del Día Internacional de la Mujer, del documental Woman, del cineasta Yann Arthus Bertrand y la periodista Anastasia Mikova, donde ella aparece. Gracias a sus resultados deportivos, da voz a un problema que exige mucha más acción.
Run. Against the wind, with the excruciating heat or shivering cold, run. Norma Bastidas ran all her life to prevent more women from suffering and didn’t know it until the exact moment when she did it freely. She was a victim of sexual violence as a young girl. Later she experienced human trafficking in Japan.
Finally, when she managed to escape, she faced another unfortunate situation as her oldest son was diagnosed with a degenerative eye disease. And so she began to literally run. First she ran in a fundraising effort to find a cure for the disease. Later, when her son came to accept the condition he lived with, she ran to give voice to millions of women, teens, and girls who are subjected to sexual violence and trafficking.
While she is a survivor of such a situation herself, she doesn’t let it define her. “All I’ve got is to ensure that it doesn’t happen to anybody else. That’s where you come to be a survivor: it doesn’t define me and I’m not a victim,” she stated in an interview before the Mexico premiere of Woman, a documentary in which she appears directed by filmmaker Yann Arthus-Bertrand with journalist Anastasia Mikova as part of International Women’s Day. Thanks to athletic achievements, she gives voice to a problem that demands action to find a solution.
Levantar la voz // Raise your voice
Norma repite incansablemente que la violencia sexual es más común de lo que parece y que, muchas veces, comienza en los círculos más cercanos con acoso. La conversación nos llevó a la definición del acoso. “Es individual. Se trata de consentimiento”, explica. “Pregunta. Hay personas que están cómodas en conversaciones que son inapropiadas, pero si tú le preguntas “oye, ¿me pasé?” y te dice, “no, no, adelante”, entonces está bien. Pero si a una persona la tocas sin querer y te dice “por favor no me toques”, lo tenemos que respetar. Como siempre digo, “no” es una respuesta en su totalidad”.
Norma encontró, a través del deporte, una manera de fomentar la conversación. Con sus récords y resultados, encontró reflectores que también le dan más seguridad… y sin querer, yo encontré una respuesta escalofriante. ¿Cómo pueden protegerse las mujeres que no tienen esa visibilidad, como cuando Norma era pequeña? “Es cabrón. No hay escapatoria. Hay mucha gente que piensa que el acoso es mínimo y tiene mucho que ver también con continuar en ese mismo círculo de vulnerabilidad. Si no cambias las circunstancias, mi historia no va a cambiar; tal vez no me voy a Japón, pero igual y termino asesinada aquí en México”. Para Norma, lo primordial es lograr que una víctima no pague mayor precio por denunciar que la persona denunciada. “En una sociedad justa, la protección se les ofrece a todos. La pobreza te hace vulnerable porque no puedes comprar las cosas que dan seguridad”.
Ella sigue corriendo para buscar reducir las vulnerabilidades que viven millones de mujeres. Récords en maratones, ultramaratones, triatlones que parecen inalcanzables para la gente común y corriente, le permiten seguir dando voz a las mujeres, en especial a las víctimas de violencia sexual. Su resiliencia mientras fue víctima, sin que ella lo supiera, forjó su resistencia para seguir luchando, y que todo lo que le sucedió, no le suceda a nadie más.
Norma never tires to repeat that sexual violence is more common that it appears and that it often begins with harassment in one’s innermost circle. The conversation led us to the definition of harassment. “It’s individual. It’s about consent,” explains Norma. “Ask. There are people who are comfortable with inappropriate conversation. But if you ask, ‘Hey, did I cross the line?’ and they tell you, ‘No, no, go for it,’ then it’s ok. But if you accidentally touch someone and they say ‘Please don’t touch me,’ we have to respect it. And as always say ‘no’ is a definitive response.”
Norma found a way to start the conversation through sports. With her records and results, she found spotlights that somehow make her feel safe. And I unwittingly found a chilling response. How can women who don’t have that platform protect themselves, like when Norma was little? “That’s a hard one. There’s no way out. A lot of people think that harassment is minimal and that has a lot to do with continuing in that same circle of vulnerability. If the circumstances don’t change, nothing changes. Perhaps I don’t end up going to Japan, but I end up getting killed here.” For Norma, it’s paramount that the victim doesn’t pay a higher price than the accused. “In a just society, protection is given to everybody. Poverty puts you at risk because you can’t purchase things that provide security.”
She keeps running in an effort to reduce the risks with which millions of women live. Several records in marathons, ultramarathons, and triathlons that seem simply out of reach for the run of the mill, let her continue to give a voice to women, and victims of sexual violence especially. Without realising it, her resilience as a victim forged her resistance to keep fighting and to keep what happened to her from happening to anyone else.