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El título inevitablemente nos remite a nuestros políticos, y, paradójicamente, esa remembranza casi automática es en realidad un insulto al animal, al de cuatro patas, no a los que están en los curules. Debería ser al revés: ¡Político!
No nos desviemos. El burro acompaña a las personas desde hace muchos años, siempre fiel a pesar de los pesados trabajos, siempre noble. Aunque el burro es un animal infravalorado y generalmente asociado a adjetivos descalificativos o negativos, el burro tiene su santuario en México desde el lejano 2006: Burrolandia México A.C.
Y “vuelve la burra al trigo” reza el viejo refrán popular… tristemente, cada vez son menos. El burro está en peligro de extinción. Diferentes razones lo tienen en esa categoría: la estigmatización cultural del animal como “tonto”; la introducción de las máquinas como sustitución para las cargas de trabajo agrícolas, importación de China para productos medicinales tradicionales y finalmente, el abandono y desinterés por conservarlo. De acuerdo con datos del santuario, apenas quedan 300 mil burros en México.
No nos dejemos llevar por las apariencias, el burro es un animal especial y está lejos, muy lejos, de la etiqueta que le dio el humano: la posición de sus orejas dice su estado de ánimo y pueden escuchar hasta 3 kilómetros de distancia; son capaces de cargar hasta 80 kilos si se mantiene en buenas condiciones, y sí, son muy inteligentes.
Germán Gómez, fundador del único santuario del burro en México contó: “Burrolandia nace de darnos cuenta que el burro mexicano se estaba extinguiendo a pasos acelerados, y pues para nosotros aquí en Otumba, es parte de nuestra identidad, es nuestro amigo –platicó Germán mientras rebuznaban algunos burros de fondo–, entonces decidimos crear la asociación civil. Aquí cualquier burrito que necesite ayuda y/o lugar, aquí lo tiene; sobre todo, preservar la especie que se está extinguiendo a pasos agigantados”.
–¿Cómo se sostiene económicamente el santuario?
–Buscamos tener un proyecto sustentable y lo hemos ligado directamente al turismo, después de la pandemia necesitamos muchísimo que la gente nos visite, nos apoye con un donativo de admisión y así nosotros poder comprar el principal insumo que es el alimento de los animales. Así nos vamos costeando. La idea es hacer un proyecto de preservación animal ligado al turismo, atraer alrededor de mil turistas mensuales y así encontrar el punto de equilibrio.
–¿De dónde viene su amor por estos animales?
–Nací el mismo año que el Festival de los Burros, en 1965, y siempre he convivido con los burros, he aprendido su cuidado, manejo, y en cuestiones especializadas, que se necesite una cirugía, limar dientes y pezuñas, quitar garrapatas, tenemos gente que nos apoya en cada área. Antes de pandemia, nos ayudaba la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo enviando estudiantes de veterinaria, administración y turismo.
¿Por qué es importante cuidar al burro?
–debemos cuidar la naturaleza y todas las especies, todas tienen una razón de ser, y si quitamos alguna, habrá un desequilibro que afectará al Ser humano. Nosotros no somos dueños de la Tierra, sino al revés, así que debemos respetarla y cuidarla para que las próximas generaciones puedan seguir disfrutando de las riquezas de la naturaleza. Invito a la gente a que nos visite, que nos ayuden en Burrolandia a terminar de construir, nos faltan corrales, nos falta mucho para que sea un proyecto sustentable. Su visita ayuda muchísimo a seguir ayudando a los burros”.
Hoy, Burrolandia es santuario de 85 burros. La visita comienza con un repaso histórico muy interesante, un “túnel del tiempo” apoyado con grandes imágenes y una guía quien explica su historia, trascendencia en la sociedad mexicana, sus raíces en Otumba y el porqué de Burrolandia. Después, el momento de conocer a los burros y darles de comer zanahorias. La actividad es familiar, es muy divertida. Quién diría que con unas zanahorias conoceríamos de otra forma estos amables animales. De acuerdo con su página en Facebook, “todos los burritos han sido rescatados de diferentes situaciones como son: maltratos, abandonos, mataderos, algunos han sido donados por personas que ya no pueden cuidarlos y otros han nacido en el santuario”.
Las vacaciones de diciembre están a la vuelta de la esquina, y Burrolandia también para quienes viven en el centro del país. El santuario está ubicado a 10 minutos de Teotihuacan. Además, para los fanáticos de la India María, podrán encontrar en Otumba el lugar donde se filmó la película Tonta, tonta pero no tanto. Cada 1ro de mayo se celebra la Feria del Burro, con una serie de eventos artísticos y musicales variados.
Si quieres ver la publicación original en El Economista, visita ¡Burro!
*Está publicación es orgánica, es decir, ninguna marca ni Burrolandia estuvieron involucrados.