IMPRESO
Volver a salir y estar en contacto con la naturaleza, compenetrándose, entendiendo patrones, buscando en la intemperie el corazón del origen. Aspen Snowmass, destino clásico invernal, está despierto y abierto. El blanco de la nieve hipnotiza, ya sea con esquís puestos o en caminatas en medio del bosque. Ahí se aclama la vida desde sus raíces.
Ahí se mueve todo, de lejos parece quieto, helado; sin embargo, todo se mueve. Aspen Snowmass se trata de la naturaleza. Y si nos vemos afuera, que sea con todo respeto; eso el destino lo toma muy en serio.
Cruje, la nieve cruje con cada paso. Nunca es igual, aunque sea el mismo camino. Las copas de los árboles de vez en vez se contonean danzando con el aire. En los bosques el aire cala los huesos, se respira limpio, fresco. Una comadreja blanca –audaz y valiente– brincotea entre la nieve moviéndose de un conjunto de abetos a otro, escondiéndose. El corazón se acelera.
Aspen Snowmass está despierto. Sí, es un clásico para esquiar, lo tiene todo: pistas desafiantes y cómodas, recovecos para deslizarse, restaurantes en la montaña únicos y, sobre todo, la calidez de su gente, un agasajo. Es un lugar que celebra la vida desde el corazón, cuidando la naturaleza y saboreando la diversidad de la gente.
Vuelta al origen. Las raquetas de nieve están fijas en las botas para la tracción. ¡Zas! De pronto, en una parada inesperada, Jim Kravitz, guía y naturalista, da un dato alucinante, la nieve es básicamente puro aire… La nieve es 90% aire y 10% agua; un pie de nieve derretida es una pulgada de agua. La caminata entre los árboles va descubriendo el bosque y sus sorpresas. Se trata de entender patrones, darle sentido al mundo natural y compenetrarse. Ahí, en las montañas de Aspen Snowmass pasa la divisoria continental donde el agua puede ir hacia el Atlántico o el Pacífico. Al fondo se asoman las montañas blancas, imponentes. Las postales son dignas de infinitos hashtags.
Después de varias bocanadas de aire fresco las papilas exigen también ser consentidas, y cuando la noche cae, la apoteosis gustativa hace su presencia. La vasta cava de The Little Nell especial; una vez más, donde parece que no pasa nada, ahí sucede. Está situada en una especie de sótano, disimulada tras unas puertas bodegueras, de metal grisáceo, pesadas. Tiene vinos muy selectos, algunos con cientos de años. Así se festeja la vida, con una copa de vino, y no de cualquier cosecha.
El corazón se vuelve a acelerar con la pendiente, no hay nada enfrente, mucha nieve. Otra forma de disfrutar del aire; cuando los esquís rozan la nieve al dar vuelta producen un sonido adictivo, y dejarse ir, admirando, hacia abajo, rápido. Una bajada y luego otra. Los árboles que bordean las pistas de esquí son testigos de intrépidos deportistas con deslices fugaces, aventureros. En la cima de las montañas se pueden ver las imponentes montañas nevadas de Colorado, una tras otra, resguardándose entre ellas. Otra bajada, una pista azul más veloz. Casi inesperadamente, de vuelta en la base de la montaña para emprender una nueva subida y más deslices. El tiempo marcha raudo, como si esquiara.
Otros intrépidos siguen escuchando pájaros mientras hacen snowshoeing, admirando los frondosos abetos y pinos desperdigados por doquier. Jim, el guía naturalista, muestra las piñas de los pinos que yacen en la nieve, algunas ya roídas por las ardillas cuando buscan alimento, otras esperan pacientemente que las semillas y el polen se unan para crear más vida.
Volver a salir para respirar, encontrarse con lo inesperado, porque así es la naturaleza, pero viajar también tiene implicaciones y éste clásico destino invernal sabe muy bien que afuera, con todo respeto. Aspen Snowmass está muy involucrado en temas de sustentabilidad, tratando de inspirar e impulsar a políticos y empresarios a que si se dejan huellas, que sean verdes. Hace 20 años la energía se producía con carbón, pero con la tecnología, hoy el 50% de la energía producida ahí es renovable; en la mira está puesto el 2030 y que a través de granjas de viento, hidroelectricidad y paneles solares sea 100% limpia. Vuelta al origen. La gente, su gente, también es una pieza fundamental, la calidez no sólo es con los visitantes, hay programas especiales para que quienes viven y trabajan con la compañía tengan buena calidad de vida, con transporte ecológico, viviendas asequibles e incluso guarderías.
Volver de esas montañas boscosas no es fácil porque la nieve y esas postales de las montañas rocosas hipnotizan… y si hay que volver, entonces las pistas llevan directamente al hotel a través del servicio de ski-in y ski-out. Eso sí es sencillo, cómodo.
Aspen/Snowmass está despierto y abierto. No sólo en la montaña a la intemperie suceden cosas. El Aspen Art Museum tiene exhibiciones itinerantes que refuerzan esa identidad tan inclusiva del destino. Desde el Tate Modern de Londres, llegó la muestra Andy Warhol: Lifetimes. Ahí se presenta, desde la perspectiva queer, su trabajo y aspectos de su vida. La misma muestra del trabajo de Warhol presenta una antigua portada de Esquire, un agasajo para los románticos del papel. Otra manera de acariciar la Gay Week que celebran desde hace 40 años, con esquí de dragas incluido.
La nieve cruje con cada paso. Los esquís se deslizan en las empinadas pistas y el aire danza con las copas nevadas de los árboles. Aspen Snowmass festeja la vida desde su núcleo, cuidando la naturaleza, del entorno y de la gente. El cliché –tal vez inevitable–apela a los sentidos para sentir, tanto que el blanco hipnotiza. Si vamos afuera, en la intemperie, que sea con todo respeto.
Blanco hipnotizante****Datos para la visita****