Futbol Total – Que rueden las palabras

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Así es. La pelota llega rodando hasta los botines de Manuel Manzo en el medio campo. Juan Villoro toma la pluma y se perfila sobre el papel. Manzo coquetea con la redonda mientras la detiene bajo sus tachones; Villoro corteja a la hoja blanca con un punto y coma. Y así, como una novela clásica, Manzo dominaba el juego y lo convertía en ficción, enviaba el balón donde parecía que no podría llegar. Villoro, en cambio, domina las palabras y las hace suyas, cuando parece que el texto se dirige hacia un lado y recorta: el discurso termina con un remate certero.

La fórmula es sencilla: futbol + Juan Villoro es sinónimo de sabrosura literaria balompédica. Antes de que comience la fiesta de Rusia 2018, el escritor mexicano compartió algunos pensamientos y anécdotas alusivas a los mundiales. Que rueden las palabras…

–¿Dónde está la cultura del futbol en el mundial?

–La cultura está en la forma en que los equipos la expresan. Por ejemplo España, que llega muy bien a Rusia 2018, refleja una cultura muy solidaria, una cultura muy de clase media, sin figuras, muy parecida al país que representa, a la España de la transición; es una España más o menos igualitaria hasta donde eso es posible, de responsabilidades compartidas. La Francia que ganó el mundial de 1998 representaba la multiculturalidad que aunque quizá no era la realidad del país en ese momento, sí era aspiracional, la sociedad que había promulgado los derechos del hombre, y que tiene tantas instituciones culturales en favor de la multiculturalidad; era el triunfo de la Francia futura.

–En un mundial, ¿cuál es la línea que divide la ficción de la realidad?

–La ficción es parte del futbol, pensemos en las fintas, en los pases al hueco, situaciones que no han ocurrido pero que pueden ocurrir, toda la teatralidad, las faltas simuladas; el hacer tiempo, que es una maravilla, es una categoría metafísica, es como si el reloj pasara de otra manera, el futbolista habilidoso puede alargar el tiempo.

–¿Y el gol?

–El gol siempre es el remate. En la literatura es la frase certera, el aforismo, la metáfora… es lo que concluye el discurso.

–¿Cuál es la clave del resurgimiento de Alemania?

–Alemania no necesita resurgir porque siempre está bien. Incluso cuando se supone que es un equipo débil, como en la final de Berna 1954, contra todos los pronósticos pueden ganar el mundial. Tiene que ver con muchas cosas: una cultura futbolística muy honesta donde los jugadores dan absolutamente todo por su equipo, han mantenido una liga en la que juegan la mayoría de sus estrellas; el respeto por planes de largo plazo, Alemania ha tenido menos técnicos en toda su historia que México en diez años, y una cultura de la entrega y la lucha sin complejos hasta el final.

–¿Dónde está Brasil de cara a Rusia 2018?

–Brasil ha tenido muchos problemas: el más grave que tuvo es la pérdida de su propia identidad, es decir, de jugar de una manera definida, ellos trataron de europeizar su juego, algo que me parece tan ridículo como tratar de militarizar la samba, y entonces con entrenadores como Dunga o Felipao se dedicaron a frenar la creatividad del equipo, trataron de hacer una escuadra más obediente y dura, pero menos creativa, y jugó contra su propia naturaleza… Ahora tiene una selección que le permite al equipo que juegue con mayor comodidad respecto a sus virtudes naturales. En Rusia 2018 pueden descollar  algunos jugadores como Coutinho, como Gabriel Jesús del que se espera mucho.

–¿El futbol tiene una deuda con Lionel Messi?

–No creo porque Lionel Messi le ha dado tanto al futbol que sería absurdo pedirle más. Valdano dijo que Messi era Maradona todos los días, con la cantidad de goles de récords, de jugadas prodigiosas nadie las ha hecho; a nivel de prodigios estadísticos, es decir, la reiteración del milagro… nadie se puede comparar con él. El gran problema del futbol es que muy exigente respecto a hazañas definidas, no basta con jugar muy bien diez partidos seguidos, tienes que jugar extraordinariamente bien en el partido decisivo, y eso es lo que a él le ha faltado: no ha podido ser campeón del mundo aunque ha jugado una final. Hay una deuda sentimental de Messi con la afición argentina porque nunca ha jugado con un equipo de su país aunque él hubiera querido, no ha podido retribuir a los suyos lo que esperan de él con la selección, además que no tiene el carisma y las frases felices, locas, provocadoras de Diego.

–México y el quinto partido…

–Desgraciadamente nuestro cuarto partido, que es el de la gran definición para nosotros, es el primero porque vamos contra Alemania que es un sinodal fortísimo. No creo que la selección dirigida por Osorio haya dado argumentos para pensar que está para grandes partidos, es un equipo muy regular en el sentido de que puede ganar cotejos menores; nuestra ubicación geográfica hace que México tenga muchos partidos de clasificación con equipos que no son tan importantes, pero los dos juegos fundamentales que tuvimos en este proceso de cuatro años, que fueron frente a Chile y Alemania, los perdimos estrepitosamente. No sería lógico que México pudiera ganarle a un conjunto candidato a ganar la copa del mundo pero pues desde luego, como fanático, espero el triunfo del Tri frente a Alemania.

–¿El problema de México es mental?

–Desde luego. Para mí, el mejor partido de México en un mundial fue en contra de Checoslovaquia que terminó 3-1 en Chile 62. Checoslovaquia fue subcampeona de ese torneo después, era un grandísimo equipo, pero México ganó con total autoridad ese juego; ahora la pregunta es por qué ganó de esa manera, México ya estaba eliminado, había perdido con Brasil y España, entonces sabiendo que no tenía nada que perder jugó con enorme libertad y dio un partido magnífico. Eso nos da una señal de que el futbolista mexicano cuando no se siente tan presionado puede jugar mejor. ¿Qué pasó por ejemplo en el mundial pasado frente a Holanda? Cuando la presión estaba sobre Holanda, es decir, cuando empieza el partido y un equipo que ha sido tres veces subcampeón del mundo y enfrenta un equipo teóricamente más débil, entonces se invierten los papeles y México da un partido magnífico; entonces cuando mete el gol Giovani Dos Santos, México absurdamente siente que tiene que cuidar el marcador y se asusta ante la posibilidad de ganar. El gran déficit es más mental y no físico o táctico, tenemos muy buenos jugadores. Pensemos en un grandísimo jugador como Rafael Márquez, que tiene dotes extraordinarias en la defensa, para lanzar grandes pases, como un creativo rezagado, excelente rematador de cabeza, un jugador completísimo… y cómo vive la presión en la selección nacional, pues dándole un cabezazo a Coby Jones en el mundial de Corea y Japón, haciéndose expulsar frente a Alemania en la Copa Confederaciones, cometiendo un penalti con la mano, totalmente innecesaria en el mundial de Alemania; entonces todo esto te habla de un jugador que quiere hacer la cosas bien, que está capacitado para ello, pero que no tiene la concentración y seguridad digna de esos momentos.

–¿Cómo se resuelve el tema de mentalidad?

–Es un trabajo cultural de todos los mexicanos, que nos cuesta mucho aceptar la responsabilidad y reconocer que estamos buscando destacar y que esto no necesariamente nos va a separar de quienes nos aprecian. Tenemos una sociedad muy gregaria, muy tribal y aquél que triunfa, de alguna manera se separa de los demás, se escinde; entonces cuando regresa la persona que ha tenido un mérito le decimos ‘¡uy! Qué milagro que todavía me saludas’, es decir, creemos que porque alguien triunfe se va a olvidar de nosotros. En México se perdona mucho más fácil el fracaso que el éxito: si tú fallas un penalti la gente te invita una copa, sigues siendo de los nuestros porque no te destacaste, pero el que anota, se desmarca, es como un apóstata de los suyos. Es un tema cultural que está en todos nosotros. También tiene que ver con el hecho de que a nivel federativo, en los equipos, no hay suficiente trabajo psicológico, muchas veces se piensa que el futbolista que tiene un problema personal no puede ser protagonista, es débil, es vulnerable, cuando que lo más normal es que tenga problemas personales; por lo tanto el jugador entierran sus problemas y llegan al equipo con un nivel de estrés en donde no pueden cumplir.

–Y al contrario, se critica a Carlos Vela cuando sonríe aunque falle un gol

–Ese es un tema de gestualidad. Carlos Vela es probablemente el jugador con mayores dotes técnicas que tenemos, no tiene un nivel de rendimiento tan alto como para que le perdonaran las sonrisas. Recuerdo que a Evanivaldo Castro “Cabinho”, que fue varias veces campeón de goleo en México, Ángel Fernández le decía el hombre de la sonrisa fácil porque fallaba un gol y sonreía muy al estilo brasileño, pero no te preocupaba que sonriera porque siempre era campeón de goleo.

–¿Dónde esta la cultura de México en los mundiales?

–Está el grito homofóbico, que es una vergüenza para todo México, que no se puede acabar por decreto porque las costumbres se tienen que extinguir solas, pero es vergonzoso que sea un grito mexicano; surgido de nuestra impotencia y de nuestros complejos. Más allá de eso, la afición mexicana es sumamente alegre y participativa, siempre he dicho que los fanáticos del Tri han hecho más esfuerzo que los jugadores: gente que llega con disfraces, que lleva un jorongo hecho con chiles serranos, que llevan pebeteros con copal, máscaras de todo tipo, penachos de Moctezuma, cruzan las fronteras, que no dejan de bailar; muchos de ellos han gastado hasta sus últimos ahorros para estar presentes. Es una afición muy entregada, incluso más que otras porque no tiene ninguna certeza de que su equipo le va a retribuir en el marcador. Martín Caparrós, que escribió un muy buen libro sobre Boca Juniors, Boquita, se pregunta ahí por qué países que no tienen ninguna oportunidad de ganar el mundial se aficionan tanto al juego si saben que van a perder… México es uno de los países que más ha participado en los mundiales, sin embargo es uno de los que peores resultados tiene; nos encanta el futbol y apoyamos a la selección, lo cual quiere decir que para nosotros las ilusiones son más fuertes que las realidad, que tenemos un corazón que supera la razón, y eso es muy importante porque el aficionado mexicano tiene una entrega extraordinaria.

Y es que Manolo Manzo –sí, Manzo, aunque usted no lo crea– danzaba en la cancha con el balón, era un tiempista, tenía visión; Villoro –un fantasista capaz de hacer épica una anécdota que parece innocua– finta con una palabra simple y aparece una metáfora que aún no es pero puede ser. Al final, Villoro estará pendiente de lo que suceda en Rusia 2018… tanto dentro de la cancha como fuera; y sobre todo, seguirá a México como si el balón se le fuera en eso.

En corto:

  • México
    • El mejor gol mexicano es de Negrete en México 86, y el segundo fue el de Borgetti contra Italia peinando la pelota frente a Italia en Corea-Japón 2002. Para mí el mejor futbolista mexicano en cuanto a calidad es Manuel Manzo y después Alberto Onofre, dos héroes trágicos que tuvieron que dejar pronto el futbol. El mejor futbolista mexicano en cuanto a récords estadísticos es Hugo Sánchez sin lugar a dudas, el mejor portero es la “Tota” Carbajal que estuvo en cinco mundiales.
  • Juan Villoro en los mundiales
    • Una de las cosas que más me interesan a mí como escritor es no sólo lo que pasa dentro de la cancha, sino el ambiente, las circunstancias sociales, políticas; eso es fascinante porque en el futbol se condensan muchísimo elementos que definen a una sociedad. El primer mundial que cubrí fue Italia 90, ahí por ejemplo el Papa Juan Pablo II, que había sido portero en Polonia, tenía opiniones bastante contundentes sobre el mundial, entonces el Vaticano y probablemente Dios por extensión, tenían favoritismos; el partido comunista denunció que los trabajadores que habían sido utilizados en la ampliación de los estadios habían sido mal pagados, incluso que algunos habían muerto por no tener buenas condiciones de trabajo; la Chicholina, famosa actriz porno que estaba en el congreso de Italia, también hizo comentarios sobre el mundial. Entonces, sin tomar en cuenta lo que estaba pasando en la cancha, toda esta conglomeración de discusiones sociales hacía fascinante el evento; y luego viene lo que pasa en el campo que tiene repercusiones fuera del mismo, por ejemplo Diego Armando Maradona: él jugaba para el Nápoles en aquella época, les había dado el Scudetto que ganaron después de 57 años de no obtenerlo, lo adoraban, era un auténtico dios, en la ciudad tachaban los letreros de las calles donde decía Garibaldi y escribían Maradona… había pizza Maradona; y él, que sabe manejar muy bien la opinión pública, le había dicho a los italianos ‘dense cuenta que los verdaderos representantes de ustedes, sobre todo del sur, somos los argentinos, mis abuelos fueron a buscar trabajo a Argentina, nosotros somos la Italia pobre que regresa, nosotros somos los que jugamos contra ustedes…’, entonces creó ahí una escisión en el futbol italiano,  y como al futbol le gustan las casualidades épicas, pues Italia y Argentina se enfrentaron nada más y nada menos que en el Estadio San Paolo de Nápoles, es decir, los hinchas más fervorosos de Maradona tenían que decidir entre apoyar a su mayor ídolo o a su país; ahí se dio una especie de ópera dramática italiana maravillosa. Todo esto para decir que cubrir un mundial permite encontrar muchas coloraciones, matices, temas, historias paralelas que engrandecen los relatos del futbol.
  • El apunte:
  • ¿Dónde está el periodismo deportivo?
    • Desgraciadamente el periodismo escrito, que es el que a mí me interesa por razones obvias, está muy relegado. En Italia 90 íbamos seis enviados por el periódico El Nacional, hoy en día eso es totalmente imposible, el futbol, ya depende de los medios electrónicos, las televisoras fundamentalmente y el periodismo se ha quedado lejos como testigo. Hay que decir que existe muy buen periodismo escrito en nuestro idioma, especialmente en España y en Argentina hay muy buenos periodistas y medios como Panenka y Líbero, en Inglaterra y México hay muy buenos periodistas por supuesto.

Los libros de futbol de Juan Villoro 

  • Los Once de la Tribu, Editorial Aguilar, México, 1995
    • “Cuando los héroes numerados saltan a la cancha”, escribe Villoro, “lo que está en juego ya no es un deporte. Alineados en el círculo central, los elegidos saludan a la gente. Sólo entonces se comprende la fascinación atávica del fútbol. Son los nuestros. Los once de la tribu.”[1]
  • Dios es redondo. Editorial Planeta, México, 2006 
    • Dios es Redondo es una crónica del futbol que sucede dentro y fuera de la cancha; un texto que hace vibrar a aquellos que gritan desde las tribunas y los que patean la esférica. Permite recordar épicas jugadas y anécdotas en una apasionada tertulia, pero también sirve como referencia para aquellos que no entienden cómo hay gente que es capaz de todo en el nombre de su equipo.
  • Balón Dividido, Editorial Planeta. México. 2014
    • En Balón Dividido Juan Villoro sigue apelando a la infancia a través del futbol, pero recupera y retrata las crónicas y los personajes del futbol moderno: multiculturalidad, los heroes convertidos en celebridades, cuando la pelota vence al idioma, hasta México y mediocre papel en Sudáfrica 2010.

[1] https://cartasdecoubertin.wordpress.com/2012/07/11/los-once-de-la-tribu/

Que rueden las palabras