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La banda de Hapoel Katamon Jerusalén

Así es.

Los tambores retumban una y otra vez. Tan, tan, tarán, tan, tan. Tan, tan, tarán, tán, tán. En el cielo miles de manos aplauden acompañando el sonido de la batucada…  “¡Hapoel Jerusalén yo te quieroo! ¡Yalaaaa! ¡Yala Hapoel! ¡Jerusaleeén! ¡Olé, olé..!” Todos, niños y niñas, adultos, gente mayor, familias enteras cantan al unísono, sin parar, durante 90 minutos. Las banderas rojinegras ondean en todo lo alto… En las gradas del Estadio Teddy, Alon –aficionado al club desde su fundación– y su hija Mijal, nerviosos, ilusionados, alientan a su equipo; a su lado, también tensa, está Daphne Goldschmidt, miembro del comité ejecutivo de Hapoel Katamon Jerusalén.

Jerusalén es una ciudad bipolar. Ahí conviven judíos, cristianos y musulmanes desde hace cientos y cientos de años… ahí alguna vez todos fueron hermanos aunque practicaban otra religión… ahí, todos, diario viven episodios de terror justificados en su fe y su versión de la historia. En Jerusalén también hay maravillosas historias deportivas que no precisamente incluyen grandes hazañas dentro del campo… una de esas, es la narración de Hapoel Katamon Jerusalén.

El conjunto rojinegro aunque ha tenido un ascenso vertiginoso hasta la segunda división israelí, se distingue por su labor social. Para Daphne eso es el mayor motivo de orgullo: “Especialmente en una ciudad tan compleja como Jerusalén donde hay mucha pobreza, hay judíos, musulmanes, inmigrantes rusos y etíopes, jóvenes y adultos discapacitados. Nuestros programas sociales están enfocados en que a pesar de las diferencias, todos podemos trabajar en equipo, convivir por una meta en común. Precisamente, nuestro lema es: Katamon es mucho más que futbol.”

Uri Sheratzki, periodista deportivo, Avi Temkin, periodista mexicano que reside en Israel y Daphne Goldschmidt (primera mujer directiva de un equipo de futbol israelí) entre otros, formaron la primera banda de Hapoel Katamón Jerusalén que fundó su equipo en 2007 con ideales de democracia, respeto e inclusión. Y es que Katamón nació a partir de la escisión de un grupo de fanáticos de Hapoel Jerusalén que no estaban de acuerdo en cómo se manejaba el equipo. Todos los miembros –quienes pagan una cuota anual– son votantes para decidir el rumbo del equipo, todos pueden aspirar a dirigirlo, todos buscan el bien común: ““Israel es muy complejo cuando se trata de política. Los equipos en nuestra liga están asociados a los sindicatos, por ejemplo los trabajadores siempre son asociados con Hapoel, con enfoque social. En nuestro caso no sólo se trata de socialismo, también tenemos muy presentes los valores sociales como equidad, pluralismo. Esta ideología no es nueva, es el legado de 70 años del equipo original, Hapoel Jerusalén. Es compromiso con la comunidad y lo que nos rodea; es utilizar el futbol como herramienta para estar cerca de la gente” dijo Daphne.

No importa el rival en turno. Aunque el Estadio Teddy es aún muy grande para la fanaticada jerosolimitana, ésta se hace sentir con los cánticos y banderas. En las tribunas conviven aficionados comunes, miembros del consejo directo del equipo, familiares de los futbolistas y jóvenes de la academia rojinegra.

El club rojinegro está centrado en el objetivo deportivo, aún es pronto para pensar en un ascenso a la primera división del futbol israelí, pero sí es momento de establecerse y generar más ingresos que les permitan crecer. A nivel social, además de lo que hacen los jugadores, todos los fanáticos emprenden nuevas iniciativas que buscan mejorar algún aspecto de su contexto, “nuestros jugadores dedican, por contrato, 10 horas al mes a actividades sociales, lo increíble, es que la gran mayoría dedica muchas horas más. No sólo es trabajo comunitario, ellos se convierten en parte de la comunidad. Los jugadores se dan cuenta de la influencia que tienen en la gente, también ellos aprenden mucho” aclara Daphne.

En la academia –incluyendo fuerzas básicas y otros colegios que utilizan su camiseta– Hapoel Katamon Jerusalén acumula 1700 personas, entre los equipos de niñas, niños y mujeres. “Alrededor de 150 personas son musulmanes, el resto son judíos. Durante la semana cada equipo entrena en sus propias instalaciones, conviven solamente con sus correligionarios. Los niños se encuentran y conviven en los torneos que organizamos cada tres semanas. Sólo buscamos que se conozcan, no buscamos la paz mundial, no es real, solamente que sepan que del otro lado de la ciudad hay niños como ellos, hay personas como ellos, y que cuando se encuentren en la calle se vean con respeto, como seres humanos y no como enemigos” dijo Uri Sheratzki.

El trabajo social no sólo se reduce al equipo, los fanáticos también toman parte activa en las funciones del equipo. Algunos hacen un pequeño programa de juego para enterar a todos de lo que sucede antes de que comience cada partido de locales, otros asisten a actividades con los barrios más desfavorecidos donde conviven y juegan con niños, el club organiza el “Torneo de los Barrios” con colegios de judíos y musulmanes de Jerusalén… Es precisamente este torneo el que más enorgullece a Daphne: “Hay mucho en juego ahí. Hay niños y niñas de alrededor de 40 escuelas de todo Jerusalén; vienen niños muy religiosos y otros no tanto. Como en todo torneo siempre hay un ganador y un perdedor: lo increíble de esto es que en algunas categorías no hay árbitro, dejamos que ellos lidien con el conflicto, resuelvan las diferencias. Es muy bello ver a un niño judío ortodoxo y un niño musulmán hablar y entre ambos encontrar una solución al dilema del partido. En este mismo sentido, en el torneo además tenemos un programa ‘uno a uno’, donde por tres meses un equipo musulmán aprende hebreo y a su vez, un equipo judío aprende árabe, después lo mezclamos y se juegan partidos en ambos idiomas”.

Apenas comienza la temporada, pero el equipo a nivel deportivo está muy cerca de los primeros lugares. Por otro lado, en algunas ocasiones la banda de Hapoel Katamon Jerusalén a veces reúne a más de cinco mil aficionados en el Estadio Teddy… esos fanáticos, de todos los tamaños, tipos, ideales y edades, hacen bulla y colorean el estadio con sus cánticos… Todos se saben la letra de las canciones. Tal, la hija menor de Alon, coreó una típica canción: “¡Yala Hapoel al primer lugar!, oooh dame, dame más y más, nunca dejes de gritar, otra, otra, yo vengo de Katamon, y hay de mi un coro, el martillo, la oz, y la internacional, la playera roja resiste la Menorá, ¡Hapoel Hapoel, Hapoel!”. Todos cuentan para el equipo jerosolimitano. Precisamente, uno equipo femenil de Katamon menores de 12 años ganó la copa nacional el año anterior. Tanta es la equidad de género en el conjunto rojinegro, que 8 jugadoras forman parte de la selección femenil israelí.

Daphne trabaja como voluntaria desde la fundación del equipo: “Esta es la tercera temporada que soy miembro del comité ejecutivo del equipo. Cada año se hace una elección y junto a otras personas, tenemos el privilegio y la responsabilidad de dirigir el equipo desde el más mínimo detalle hasta el primer equipo. Mi trabajo se divide en tres partes: recaudación de fondos, manejo de las redes sociales y vocera (jefe de prensa) del equipo”.

Jerusalén está en constante crisis… prácticamente todos luchan palmo a palmo clamando la historia y la tierra de sus ancestros, los preceptos de su religión… y ahí, en medio del caos hay quienes aún conservan la cordura y buscan, a través del futbol, divertirse y generar un cambio que los beneficie como sociedad: “Uno de los valores del equipo es que es para todos: homosexuales, heterosexuales, judíos, musulmanes, mujeres, hombres… da la bienvenida a todos” sentenció Alon.

Uri Sheratzki se mantiene atento a lo que sucede en el club, con el primer equipo y con los niños, pero es realista y fiel a sus creencias. “Cambio es una palabra muy grande. No me parece que estamos cambiando a la gente o a los niños, pero es muy importante que la gente entienda que somos el lado ‘normal’ de Jerusalén, en esta ciudad tenemos muchas cosas ‘anormales’, y este club es normal, estamos tratando de hacer cosas normales aquí”, finalizó el fundador.

Emocionada, Daphne comentó: “Aún tengo mariposas en la panza cuando Katamon está por jugar. Todos alentamos. ¡Hapoel Jerusalén yo te quieroo! ¡Yalaaaa! ¡Yala Hapoel! ¡Jerusaleeén! ¡Olé, olé..!”.

Así es.

Para leer otras historias de Hapoel Katamon Jerusalén revisa en Vice: Así es el club de fútbol que une a judíos y palestinos en IsraelEl otro lado del balón.

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