Hotbook – Didier Drogba, elefante de Paz

IMPRESO

Estadio Al Merreikh; Jartum, Sudán. 8 de octubre 2005.

En las gradas rebosantes, la gente estaba expectante por el final del partido, eran minutos cruciales. Sudán se había acercado en el marcador con un penal anotado por Tambal al minuto 89. Costa de Marfil ganaba tres goles a uno… apenas unos segundos separaban a los “Elefantes” de la primera clasificación a un Mundial en su historia.

El árbitro pitó el final. Costa de Marfil explotó de felicidad, las calles de Abiyán –capital de facto– eran pura algarabía; en el norte, la afición marfileña también estaba desenfrenada. Era la primera clasificación del país africano a un Mundial… Todos portaban con orgullo la casaca naranja de su selección.

Unos años antes, en 2001, estalló la Guerra Civil en Costa de Marfil. Más de 4 mil muertos y 1 millón de desplazados era el saldo del sangriento conflicto. El sur y la capital eran controlados por el presidente Laurent Gbagbo y la mayoría cristiana; en el norte comandaba Alessandre Ouattara y la mayoría musulmana.

La batalla era campal prácticamente en todo el país. Cascos azules de las Naciones Unidas intervinieron en 2004. Incluso fuerzas armadas de Francia entraron al conflicto cuando 9 de sus soldados fueron asesinados… el país estaba descontrolado. Solamente había una cosa que podía unirlos: la casaca 11 de los “Elefantes”, Didier Drogba, uno de los jugadores más prolíficos en la historia de África. Sí, ídolo de todo el continente.

Tras unos minutos de saltos y abrazos en el campo, los jugadores regresaron al vestidor. Ahí se desató la locura: algunos bailaban, otros se estrechaban la mano con enjundia. Agua y champaña volaba regando de gloria a todos los jugadores… Mientras la algarabía se apoderaba del vestidor visitante, el capitán Cyril Domoraud invitó a un camarógrafo a grabar la celebración y entonces ocurrió la magia:

“Hombres y mujeres de Costa de Marfil”, dijo con micrófono en mano observando directamente a la cámara; su rostro era serio y enfático. “Del norte, sur, centro y oeste”, hizo una pausa y miró a sus compañeros quienes los rodeaban abrazándolo. “Hoy demostramos que todos los costamarfileños pueden convivir y jugar juntos con un objetivo compartido: clasificar para la Copa del Mundo. Te prometimos que la celebración uniría a la gente”.

Era como si Didier Drogba encontrara el balón botando fuera del área: El portentoso delantero corre hacia ella, desaforado, y de un solo toque cede la redonda a un compañero, a escasos cinco metros…

La cámara estaba estática enfocando a los jugadores. Todos tenían rostro enfático, el partido había quedado atrás, era lo menos importante. Súbitamente todos los jugadores se pusieron de rodillas, la lente los siguió como pudo: “Hoy, te lo suplicamos, por favor, de rodillas, perdona. Perdona, perdona”.

El mediocampista detiene un par de segundos la esférica y espera el pique de Drogba dentro del área, cerca del borde izquierdo; cuando está libre entonces regresa la pelota al camiseta número 11.

El ambiente pasó en un par de segundos de ser excesivamente festivo a ser absolutamente solemne. “El único país en África con tantas riquezas no debe caer en una guerra como ésta. ¡Por favor! Depongan todas las armas. Emprendan elecciones, organicen elecciones. Todo será mejor”.

Drogba recibe con un solo pie. La cancha se termina. Un defensor sale a tapar con una barrida. Didier mira de reojo al portero y la pica con un ligero toque… apenas tiene ángulo.

Impetuosamente, como si Dindane acabara de anotar el tercer gol que sellaría la victoria, los futbolistas marfileños se pusieron de pie nuevamente. Las sonrisas aparecieron poco a poco. Aquellos ojos brillantes iluminaban más allá de la cámara. Comenzaron a cantar: “Queremos divertirnos así que dejen de disparar sus armas”.

Aquél mensaje iba más allá de las armas… apelaba a los valores más básicos de humanidad; imploraba que ambos bando vieran más allá de la mira. Aquél mensaje de paz buscaba que todos los marfileños fueran reconocidos como ciudadanos marfileños; que los conflictos religiosos se resolvieran a través de la palabra; que se llevaran a cabo elecciones con serenidad y respeto.

¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol!

Aquellas palabras frente a la cámara son el gol más importante en la carrera de Didier Drogba… consciente de que su país necesitaba mucho más que un Mundial, necesitaba paz.

Él, y sólo él, tuvo la claridad de llamar a todas las comunidades con un solo objetivo. Él, y sólo él, supo amalgamar en un mensaje improvisado a todas las etnias         en la búsqueda infinita de paz. Él, y sólo él, entendió que las líneas imaginarias que el hombre blanco dibujó –irresponsablemente– años atrás eran sólo eso, líneas imaginarias.

La selección de Costa de Marfil era y es el representativo de todas las etnias y religiones. Jugadores del norte y del sur fueron capaces de entenderse dentro y fuera del campo… y si ahí hubo capacidad de tolerancia y virtud de amistad, entonces en todo el país era posible.

En 2007 Didier Drogba fue un paso más allá. El mensaje de paz frente a la cámaras había trascendido. El presidente accedió a cruzar a zona rebelde para festejar todos, juntos, que el delantero fue condecorado como mejor futbolista africano. Y cuando parece que nada podría superar aquellos gestos de civismo, Didier anunció lo imposible: Costa de Marfil jugaría en el norte (zona rebelde) frente al combinado de Madagascar. Drogba desafió a ambos líderes y los instó a dar un mensaje. Costa de Marfil aplastó cinco goles a cero al conjunto visitante. Por supuesto, Didier anotó aquella vez.

Didier Drogba no sólo es uno de los mejores jugadores de futbol en la historia de África, es un visionario que tuvo las agallas de olvidarse de sí mismo para rogar porque hubiera paz, porque sus hermanos dejaran de matarse.

El futbol puede parecer un juego tonto donde 22 personas corren detrás de un balón… y qué importa si eso va a ayudar a reconstruir una nación rota.

Didier Drogba tiene una fundación enfocada en la educación, salud y empoderamiento de la gente. Su fundación comenzó actividades en 2007 y él fue nombrado Embajador de Buena Voluntad de las Naciones Unidas. 

 

El legendario camisa 11 nació en Costa de Marfil el 11 de marzo de 1978. Con la selección de su país disputó tres mundiales: Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014; anotó dos goles. Campeón 4 veces de la Liga Premier de Inglaterra con el Chelsea; campeón de la Liga Turca con el Galatasaray. Campeón de la Champions League con el Chelsea.

 

Didier Drogba Elefante de Paz