IMPRESO
12 horas pasan volando, sobre todo en un lugar como Liverpool. Por la mañana el primer lugar que se debe visitar, casi por obligación popular, es el museo de los Beatles. Precisamente al pie de Albert Dock está el mundo del famoso cuarteto que cambió la historia de la música para siempre. Ahí se puede ver absolutamente todo acerca de su historia, cómo empezaron, qué los volvió legendarios, anécdotas inéditas y por supuesto, escuchar su música. El recorrido puede tomar un par de horas.
Una vez finalizado, entonces habrá que recargar energía y no hay mejor lugar que Cheese & Co, un restaurante pequeño pero con un estilo muy particular. Como su nombre lo indica, la especialidad son los quesos y todo aquello que se pueda hacer con ellos: tabla de quesos y charcutería, vino para maridar; sándwiches, sopas son algunas de las otras opciones.
Ahí es también un punto de reunión para los tours gratuitos a pie de Sandeman. Se recorre una buena parte del centro donde se ve la biblioteca central, los muelles –con tiendas y restaurantes–, la estatua de la Reina Victoria, las estatuas de los Beatles, y el anta a los fallecidos en la tragedia de Hillsborough entre otras cosas. Es precisamente ese monumento la memoria viva de que el futbol se vive más allá del campo verde; ahí recuerdan a los muertos, pero también es el símbolo de unión de los fanáticos del equipo.
Contrario al imaginario colectivo donde lo único que hay en la ciudad es música y futbol, en Liverpool está el imperdible Museo Internacional de la esclavitud. Es precisamente esa ciudad portuaria donde se concentró un mercado trasatlántico de esclavos provenientes de África. Es el único de su tipo en el mundo y es apto para todas las edades. En el mismo edificio está el Museo Marítimo, importante porque ahí se explica el crecimiento que tuvo la ciudad a través de la importación y exportación de bienes de todo el mundo; por supuesto, eso incluye a innumerables personas privadas de la libertad.
Un poco más lejos, pero también a una distancia razonable está la imponente y espectacular Catedral Anglicana de Liverpool. Se comenzó a construir en 1904 pero se terminó 74 años después. Es la catedral más grande del Reino Unido y la quinta más grande del mundo.
El Estadio Anfield está un poco alejado del centro de la ciudad pero nada que un autobús no pueda resolver. Antes del partido, para calentar el ánimo, un par de cervezas frías acompañados de incontables ingleses cantando “You’ll never walk alone” es una experiencia única. Shenanigans es un típico pub inglés, está en la calle Tithebarn. Pero hay que llegar con tiempo al estadio…
Anfield es un estadio que tiene historia propia, así que más allá de disfrutar del partido, sin lugar a dudas, vale la pena hacer el recorrido por tribunas, cancha, vestidores, y palcos. El tour dura alrededor de una hora y media, tiempo maravilloso para cualquier aficionado al futbol. Además, ahí, a un lado de la tienda oficial, está el museo de la historia del equipo donde se cuentan sus hazañas y sus tragedias… pero de un par de años para acá, tiene una sección singular dedicada nada más y nada menos que al eterno capitán de los Reds: Steven Gerrard. Un deleite.
Finalmente llegó la hora del partido y hay que tener lista la cámara porque cuando casi 55 mil personas reciben al equipo con “You’ll never walk alone”, la piel se enchina… más aún cuando algún jugador anota. Los aficionados son apasionados: presionan constantemente al árbitro, dejan sentir su odio al rival, sin importar de qué equipo se trate. Es una experiencia muy diferente al futbol latinoamericano.
Para celebrar la victoria de los Reds, entonces llega la cereza del pastel, más aún si es un jueves por la noche, porque en La Caverna, pub donde el famoso cuarteto de Liverpool comenzó su historia, hay un grupo que hace tributo a los Beatles, con todo y disfraz. El lugar tiene su propia vibra y ahí sí convergen aficionados del Liverpool y del Everton, el eterno rival.
12 horas en Liverpool