IMPRESO
Sin duda alguna, la rueda cambió la historia, aunque no sería hasta más tarde cuando se idearía la gran fórmula: la distancia entre el tiempo es velocidad y eso es algo que, sobre cuatro ruedas, es extremadamente adictivo. A partir de ahí, la revolución industrial sería la encargada de dotar la primigenia carreta de incontables caballos de potencia, y detalles de lujo, hasta nuestros días.
Y qué mejor que encontrar esta historia en el Petersen Automotive Museum de Los Ángeles, embarcándonos en un viaje por la historia del automóvil mediante una serie de exhibiciones que muestran tanto ejemplares antiguos –incluyendo un auto eléctrico de 1915– coches de carreras y autos originales de películas legendarias.
Lo más recomendable es visitar el museo de arriba hacia abajo, pues en la primera sala encontramos un mo- delo T de Ford, así como otros muchos de inicios del siglo XX. Además, hay una sala donde se muestra el proceso de construcción de un coche en cuatro etapas: chasis, car- casa, interior y acabados.
Continuando el recorrido, en el segundo piso está el Art Center College of Design, donde se puede observar
a universitarios mientras trabajan en el diseño de autos reales y también probar suerte como pilotos en simulado- res de autos de carreras, como Forza Motorsport.
Por otra parte, hay dos de salas especialmente interesantes: la primera, una exposición de autos clásicos exclusivamente plateados en la que todos los vehículos son de este mismo color reflectante y un sótano con un sinfín de autos de todos los estilos y épocas guardados. Definitivamente, el Petersen nos demuestra que la velocidad
es parte de nuestra historia como humanos y se trata de una visita indispensable para cualquier entusiasta de las grandes obras que ha creado la industria automotriz.
Autos eternos
Muchos de los coches que se exponen en el Petersen Auto- motive Museum provienen del set de grandes películas que nos marcaron a todos generacionalmente. Te damos tres ejemplos de ello:
“¿Me estás diciendo que construiste una máquina del tiempo… ¡En un Delorean!?”, preguntó incrédulo Marty McFly. El auto de Back to the Future (Robert Zemeckis, 1985) invita a imaginar un viaje en el tiempo.