Son contados los periodistas que podrán cubrir los Juegos Olímpicos Tokio 2020 desde Japón. A poco más de un mes de distancia de la inauguración, el periodista trotamundos aún no tenía certeza de regresar al lugar donde comenzó su vuelta al mundo (alrededor del deporte) y platiqué con él, sí de deporte, pero también de todo lo que hay alrededor.
Quedan pocos periodistas serios en el deporte en México, Beto Lati es uno de ellos; hoy, la mayoría está detrás del clic, de vender humo diciendo estupideces sólo para reventar el rating… En la edición de julio de Aire de Aeromexico pueden ver una pequeña parte de esta entrevista hecha a dos tiempos: la primera antes de la pandemia, cuando no sabíamos lo que se avecinaba… la segunda, apenas 50 días antes de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (en 2021).
Una palabra. Nada más. A veces basta una palabra –paradójicamente intraducible– para descubrir una perspectiva abismalmente diferente, tal vez opuesta, inimaginable, a la acostumbrada de entenderse con el mundo. Kokoro, una palabra japonesa que integra, en una sola expresión, corazón-espíritu-mente; carece, al menos en español, de una traducción exacta. En la conversación, la palabra se asomó casualmente, pero refleja cómo Alberto Lati se integra (o al menos intenta) a las culturas donde realiza corresponsalías. Así, su narrativa explica los porqués desde el punto de vista local, natural.
–Beto, ¿ya sabes si cubrirás los Juegos Olímpicos?
–Sí, han sido meses de mucha incertidumbre desde febrero del 2020, cuando desde China llega la noticia que cancelaban el GP de Fórmula 1 de Shanghái. Yo seguí estudiando japonés, leyendo sobre Japón, imaginando posibles reportajes allá y cuando está por terminar mayo, pienso que estaré dándoles cobertura si Dios quiere.
–En términos profesionales, es tu regreso a los orígenes; conoces Japón mejor cada vez que regresas que cuando viviste allá. La suerte es caprichosa, tu primera corresponsalía fue un evento global: el Mundial Japón- Corea 2002; casi 20 años después, cuando parecía todo listo para celebrar los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020, la pandemia se cruzó.
–El regreso a los orígenes fue tremendo en este último año de pandemia; la cobertura del Súper Bowl en Tampa Bay que hice fue con un teléfono celular nada más, así produje programas y reportajes completos porque las circunstancias así lo permitían. Contar historias es cuestión de regresar a la estructura del cuento, tener la capacidad de compartir un relato, esa es mi misión. Contar historias en cualquier circunstancia, si es con un teléfono, si es con movilidad limitada como parece que será en Japón o incluso desde México. No debemos tener freno.
–¿Por qué es especial hacer una cobertura desde el epicentro del evento?
–Para mí una parte medular de compartir unos Juegos Olímpicos es caminar sus calles, buscar el adjetivo para sus olores, sus colores, sus sabores, poder transmitir su gente en toda su diversidad. Es diferente a un mundial, aquí se exige que estés ahí porque son más de 30 mundiales al mismo tiempo de todos los deportes.
–¿Cómo te preparaste desde casa en la pandemia?
–Las clases de japonés son en videollamada, ya lo había hecho con el ruso para el Mundial 2018 y nunca va a ser lo mismo. No pude hacer un viaje previo rumbo a Japón para palpar la sede. He tenido demasiado tiempo para leer, he leído tanto de Japón que ya no sé si se me enciman unas cosas con otras, lo bueno es que tengo ordenados mis archivos. Normalmente tengo dos años para prepararme y digamos que dedico año y medio; esta vez tuve dos años y medio con mucha incertidumbre, sin saber si va a haber Juegos Olímpicos, incluso los atletas no saben para qué están entrenando…
–Dadas las circunstancias, tu línea periodística deja de ser un ingrediente extra para analizar, para entender, para disfrutar y se convierte en una perspectiva medular. ¿Cómo lo ves tú?
–Creo mucho en los equilibrios y en las diferentes formas de aproximarnos como un evento deportivo, un evento social, un evento musical, gastronómico… en fin, mi manera de hacer periodismo es esa, no puedo entender un evento deportivo sin tratarle la vuelta a todos los 360 grados, ni pasar por lo social, por lo político, lo religioso y lo banal. Respeto que hay quienes están completos haciendo periodismo del análisis, de las declaraciones de contendientes. Eso contribuye a hacer un todo y que cada uno se acerque al contenido que le gusta.
–¿Vale la pena hacer estos Juegos Olímpicos dadas las circunstancias?, ¿son sostenibles?
–Dejaron de ser sostenibles hace mucho tiempo. Donde haces un plebiscito, el común de los locales vota que no quiere unos Juegos Olímpicos; Japón era una excepción cuando compitieron por la sede con Madrid y Estambul, los tokiotas sí los querían, hoy prefieren no moverle por la pandemia. No se pueden sangrar las economías así, tiene que haber un compromiso de otra manera pero no se atreven a dar el paso.
–A nivel personal, si viajas, ¿cuál es tu reto?
–Dar el relato adecuado a los Juegos Olímpicos más singulares y atípicos de la historia. La cobertura no se puede limitar al récord, la hazaña, la velocidad o la medalla, debemos transmitir esos huecos, vacíos y extrañezas que tendrán unos juegos que solo tendrán con público local; Japón decretó estado de emergencia todas las semanas anteriores hasta un mes y medio antes de la inauguración. Salir del lugar común, es muy fácil decir que en el estadio no había ruido y que se escuchan los gritos de los deportistas, pero entender qué siente un atleta. Es el momento para el que lleva preparándose mucho tiempo y finalmente cuando esté ahí, no va a ser como lo imaginó, con la gente, con alaridos…
–A un mes de los Juegos Olímpicos, ¿quién es la mayor esperanza de medalla para México?
–Briseida Acosta. Estuvo a la sombra de María del Rosario Espinoza mucho tiempo, primero la derrotó para disputar el pase en el clasificatorio, y luego la volvió a vencer por la plaza que ella aseguró. Son ciclos, toma el lugar de la más grande y aunque va presionada, es la esperanza de medalla número uno de México.
–¿En qué historias debemos enfocarnos en Tokio 2020?
–Valorar a esos súper humanos a los que el viento, la gravedad o el peso no pudieron frenar, se vieron colapsados en marzo del 2020. El cuatrienio que tenían muy bien trazado para tener su pico de rendimiento en julio de 2020 dejó de ser; la certeza de calificar se pospuso porque no se podía viajar a un clasificatorio. El que en 2020 tal vez no era veterano y en 2021 ya es, el que era novato ya no es tanto… ha sido muy difícil para los atletas.
–¿Una última reflexión?
–Cuando me dicen que hay que cancelar los JJOO, paso aire. Primero la salud, siempre, no vale la vida de un Ser Humano ni un mundial ni todos juntos, eso es obvio, pero si se logra hacer con sensatez, con garantía y el aislamiento necesario, entonces qué bueno que estos atletas no pierdan la posibilidad, y ya de paso, aunque somos secundarios, lo que nos inspiramos con sus gestas. Para mí que Simon Biles haga lo que Nadia Comaneci no hizo, Usain Bolt –que ya no va– haga lo que en su momento Carl Lewis o Jesse Owens no hicieron, y muchos ejemplos más, es la civilización, ir superando a la generación anterior en virtud del aprendizaje que dejaron.
Tal vez los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en 2021 son los juegos que cambien la narrativa de la humanidad. Los Juegos Olímpicos generan gestas dignas de relatos épicos, pero también son el espejo de la sociedad, en lo positivo y en lo negativo. Ahí, se expresan a través de palabras o actos, historias que conmueven y que invitan a reflexionar, desde las emociones. Kokoro.
–¿Has cubierto los pendientes que tienes de aquella cobertura de Japón-Corea 2002?
–He regresado a Japón y siempre pensaré que entiendo mejor a Japón cuando regreso que cuando viví ahí. Hoy hablo mejor japonés, tantos años después, que cuando estuve ahí, ahora que estoy tomando clases. Entiendo mejor, con mucha humildad, de su literatura, de su cine, de sus costumbres; de su religión, el sintoísmo, que es tan particular y hecho a la medida para los japoneses. Es curioso que los países poderosos isleños como la Gran Bretaña y Japón, hicieron su religión a su medida tomando algo del vecino, el cristianismo con los anglicanos, y el budismo con los sintoístas. Japón es un país muy particular. Regresar con otra visión, otra madurez me emociona mucho, espero poder estar ahí, falta mucho.
–En temas más escabrosos, ¿qué opinión te merecen las políticas deportivas del país?
–No es un tema de un partido político en especial, no es un sexenio, no es una administración. Es un tema endémico, en México no hemos querido entender cuánto resolveríamos de nuestras problemáticas públicas, de salud, de educación, y de seguridad, si apostáramos más por el deporte. Voy en orden. Salud pública: lo que se gasta el gobierno en temas pandémicos como la obesidad infantil, la diabetes infantil, son recursos que podríamos aprovechar para otras causas de salud pública y son recursos que de alguna manera se podrían atender, mejorar o atenuar, y el deporte es el camino más corto para eso. Paso al siguiente, la educación pública: es una manera de educar, es una manera de generar la cultura del deporte. Tercero, seguridad pública: es una manera de sacar a los jóvenes de otros lados, de darles otras motivaciones, de darles otros valores, y no estamos aprovechándolo. No es con López Obrador, no es con Morena, como no lo fue Peña Nieto, no fue con Alfredo Castillo a quien fue muy popular y común tirarle con todo, no lo fue con Calderón, no lo fue con Fox. Seguimos atorados en el mismo punto en el que al deporte no le damos el apoyo que merece, por lo que te puede resolver. A mí no me interesa como primera intención tener muchas medallas, me encanta el himno de México en los Juegos Olímpicos, me encanta la bandera de México, me encanta el orgullo que me da que alguien de mi país lo logre; pero a mí me interesa mucho más el bienestar social que te puede dar el deporte, y me parece que no terminamos de dimensionarlo –. Contestó tajante y continuó– La curva demográfica no siempre va de la mano de la curva de éxito deportivo, de ser así, la India ya sería la máxima potencia, en el caso chino sí hay una correlación. Hay que ser muy cuidadosos, ¿vale la pena tener muchos medallistas a cambio de que por selección de cientos de jóvenes queden aventados socialmente los miles que no llegaron como pasa a menudo en China? No creo que valga la pena, ver a México hasta arriba en el medallero no compensaría lo otro. Sí compensaría tener un bienestar social como consecuencia del deporte, por supuesto que sí.
–¿No es paradójico que el futbol, el deporte con mayor apoyo económico, político, referente cultural, sólo nos ha dado una medalla de oro y ya?
–Consecuencia de lo que el futbol mueve. Consecuencia de sus audiencias. Consecuencia de las marcas que atrae. Es un caso diferente, pero hay deportes que no tienen esa circunstancia, por ejemplo el marco británico de apoyo al deporte es muy curioso, de acuerdo a cómo se vaya desenvolviendo cuánto apoyo se le da, de tal manera que ni voltean a ver al futbol británico –selección que sólo se conformó para los Juegos Olímpicos de Londres 2012– pero el canotaje y el ciclismo que tuvieron grandes momentos reciben el apoyo; un deporte deja de dar resultados, se reduce el apoyo y eso tiene mucho sentido. Bajo esa premisa, desde Londres 2012 el tiro con arco estaría recibiendo más apoyo cuando tuvo un soberbio momento. Me parece que estamos muy centralizados en algunas disciplinas, ¿qué pasa después de lo de Ismael Hernández con pentatlón moderno? Pues nada, ¿quién sigue? Pues nadie que se sepa.
–Culturalmente hablando, ¿se puede decir que los Juegos Olímpicos son una forma de colonización occidental?
–Los Juegos Olímpicos son producto de Occidente, sí. Todo lo que provenga de la Antigua Grecia está en la cuna de los valores de Occidente. Se ha readaptado. En la Antigua Grecia no competían mujeres, sólo iban helenos y eran las ciudades-estado helenas, por eso ha sido adaptado. Es un concepto Occidental que ha sido muy bien retomado en todos los confines del planeta, basta con ver lo que significa el olimpismo para la aldea en Kenia de donde han salido muchas de las mejores fondistas del mundo. Hay que ver lo que esto ha dado al mundo musulmán en diferentes puntos desde Hassiba Boulmerka cuando consigue la medalla en Barcelona 1992 para Argelia, incluso sin poder pisar Argelia por estar amenazada; y luego lo que representa que Sarah Attar de Arabia Saudita al fin pueda competir, aunque no gane. No creo que sea un grado de colonización Occidental, sino que son ciertos valores que se van replicando en muchos lados y con muchos errores, y muchos defectos. Hay que recordar que la antorcha olímpica es un derivado de la propaganda Nazi de Joseph Goebbels para los Juegos Olímpicos del 36’ y para Hitler; y recordando que el deporte también tiene muchísimos defectos en su faceta olímpica, también tiene un mensaje muy interesante de vinculación, de derechos humanos, y, sobre todo, de competir bajo idénticas reglas y eso tiene un valor muy especial.
–La gente va y viene, se mueve y se asienta en nuevos lugares, buscando oportunidades diferentes, huyendo, buscando refugio, no hay ilegales, algunos no cuentan con papeles, es un tema sensible. Todos somos migrantes o lo fuimos alguna vez. ¿Qué papel crees que tengan los refugiados en Tokio 2020?
–Es muy difícil siquiera que aspiren a meterse a una final, muy complicado. El desarrollo que han tenido ha sido truncado por la mera circunstancia de su vida, y entonces ya con competir, con desfilar, con llevar el mensaje basta. Hay atletas refugiados que triunfan, pero lo consiguen en su país de adopción, pensemos en Sir Mo Farah, quien sale de Somalia y triunfa con la Gran Bretaña –, hizo una pausa y continuó –: El trabajo de la ACNUR con el equipo de refugiados va de la mano, está muy integrado con el COI. Es algo muy sano porque finalmente es la autoridad en el mundo en este tema, y quien se dedica a buscar reasentar y buscar las mejores condiciones, y generar notoriedad es ACNUR. El tema es una paradoja porque la gente les aplaudía en el estadio cuando entraban, me decía la nadadora siria Yusra Mardini: ‘si les gustamos tanto nosotros, les tienen que gustar los demás refugiados, y si creen que somos simpáticos, tienen que pensarlo de los otros, y si creen que merecemos una oportunidad, lo tienen que pensar de los otros’. Es muy cómodo en un estadio poner cara enternecida y aplaudir, pero hay que ver las políticas de los países que son restrictivas, o que criminalizan, o que estigmatizan a estas personas –. Concluyó tajantemente el periodista, también cooperador de la ACNUR.
Un par de entrevistas exclusivas con Alberto Lati, un estandarte del periodismo deportivo (de los pocos que quedan) y principal figura a seguir en mi carrera como periodista, no sólo porque compartimos visión, porque siempre aprendo de él. Un privilegio y placer. Y ese privilegio merece ser compartido. ¡Muchas gracias Beto!
Alberto Lati tiene varios libros publicados, imperdibles, aquí te dejo la lista:
Aquí la entrevista publicada en Aire de Aeromexico, si andas en el avión, llévatela, es un número muy interesante.