El libro del Necaxa (¡y su centenario!)

  • 21 agosto, 2023

Aquí mi celebración al Necaxa por sus 100 años. ¡Felicidades queridos Rayos!

¡Hay jolgorio! El Centenario de la fundación de Club Necaxa es un hito en la cultura popular mexicana porque llegó a través de diferentes personajes a la televisión con Don Ramón y Jorge Ortiz de Pinedo, a la literatura con Juan Villoro como su máximo exponente, porque tiene hitos que no sirven para nada, y, sin embargo, la gente los recuerda. También es un ícono en la historia del futbol mexicano. Es el equipo que fue Campeonísimo en dos décadas, sólo Necaxa, ningún otro; el club que se disfrazó de la Selección Mexicana y ganó unos Juegos Centroamericanos. El club que dejó tal huella que revivió de dos desapariciones, incluso entre la primera y la segunda, a pesar de no ganar nada en ese lapso.

Hoy, cerré el círculo que construí con mucho esfuerzo y paciencia durante laaaaargos 16 años. Pasión electrizante. Leyenda del Necaxa es el libro del Centenario de Necaxa, un homenaje a la afición y a su historia. También es un homenaje al niño iluso que fui, ese que se disfrazaba de rojiblanco cada semana y soñaba despierto cada fin de semana. Finalmente, es el libro histórico oficial de Club Necaxa. No lo sabía, pero este libro, me formaría en tantos sentidos…

Son 100 años de la fundación de un club que dio otra forma de vida a los trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza, que enamoró a las gradas con su fútbol práctico y al pie, y que de a poco, se arraigó en lo más profundo de la cultura popular mexicana. Son 100 años de infinitas historias, dentro y fuera de la cancha, que dan vida a los más profundos recuerdos románticos, y a una forma de ser y entenderse, al menos en el futbol.

En un seminario de periodismo deportivo en la universidad, descubrí un libro muy especial, que desataría una odisea tan larga, fortuita, de espíritu inquebrantable y especiada, como la historia misma que relata Azulgrana. Historia actualizada del equipo Atlante, de Heriberto Murrieta. Devoré el libro en una noche, lo compré para mi papá –atlantista de cepa–, pero es la base fundamental de la historia del libro del Necaxa. Ahí mismo, pregunté por el de Rayos, pero me dijeron que no existía. No lo creí, cómo no existe un libro de un equipo como Necaxa, los Rayos del Necaxa. Así que, tras una larga búsqueda en algunas bibliotecas públicas de la CDMX, en la Hemeroteca Nacional de la UNAM, descubrí con asombro y pesadumbre que no existía cosa así. Decidí hacerlo yo. Por amor a la camiseta, por crear algo que yo mismo quisiera tener como aficionado. Y así comencé, con una presentación y un índice muy básicos, con la ilusión del niño que se enamoró del Necaxa.

No lo sabía, pero este libro de a poco me formaría. Aprendí a entrevistar, a hacer crónicas, y, sobre todo, a escribir… y vaya que escribí, rescribí y volví a escribir; incluso el editor, el impresor, todos a mí alrededor me decían que parara, que tendría que haber un límite. Me permitió tener el privilegio y honor de conocer a esos personajes que marcaron mi memoria con la playera del Necaxa. Aquellas entrevistas, volvían a encender mi pasión como aficionado, esa que a veces parece que se esfuma cuando Necaxa no gana ni el volado. Pero ahí están las historias en el libro Pasión electrizante. Leyenda del Necaxa, para reencender ese frenesí salvaje que no entendía de nada más que no fuera futbol, la casaca rojiblanca y goles.

Necaxa, bien dice Juan Villoro, ha perfeccionado el arte de perder en 100 años, pero entre esos capítulos sombríos, hubo destellos de luz, él último, cuando Pablo Quattrocchi, el Jefe, nos devolvió con huevos la ilusión de ser aficionados a un equipo especial, nos permitió identificarnos nuevamente con algo. Nos permitió soñar otra vez. Orgulloso, puedo decir que con él tuve una de las entrevistas más entrañables que hecho, precisamente, para el libro del Necaxa. El sueño del Pibe se seguía cumpliendo de a poco, puedo decirme amigo de uno de mis referentes en el futbol.

Hoy, orgulloso, cierro el círculo del libro del Necaxa, como lo llamo comúnmente. Orgulloso de contar con la participación de los extraordinarios periodistas Heriberto Murrieta y de Alberto Lati, referentes en mi forma de hacer periodismo. Cumplí el sueño del pibe, ese que se emociona nervioso –aún hoy– cada vez que habla con ellos, alguna de las leyendas del Necaxa o Juan Villoro; platiqué con Alex Aguinaga, ese jugador que todos queremos ser; con Ivo Basay desayunamos mientras hacíamos la entrevista en otra conversación pasional. Personajes que, como tarjetas coleccionables de hologramas, atesoraba con devoción en las páginas del libro. Infinitas gracias a todos por compartir sus experiencias con la afición del Necaxa: Alex Aguinaga, Carlos Albert, Alexandro “Mostro” Álvarez, Ivo Basay, Octavio “Picas” Becerril, Brayan Beckeles, Enrique Borja, Salvador Cabrera, Horacio Cervantes, Justino Compeán, Gerardo Esquivel, Gerardo Galindo, Alberto García Aspe, Yosgart Gutiérrez, Luis “Matador” Hernández, Manuel Lapuente, Arturo Javier Ledesma, Mario de Luna, Diego Martínez, Alfredo Morales Shaadi Q.E.P.D., Alfredo “Chango” Moreno Q.E.P.D., Nicolás Navarro, José Manuel Núñez Ochoa Q.E.P.D., Guillermo “Chatito” Ortiz Q.E.P.D., Don Marcial “Ranchero” Ortiz Q.E.P.D., Ricardo Peláez, Fabiano Pereira, Luis Ernesto Pérez Martínez, Rodrigo Prieto, Pablo “El Jefe” Quattrocchi, Don Hugo y Doña Susana Quattrocchi, Francisco Reyes Hernández, Adolfo Ríos, Iván Vázquez Mellado, Xavier Sol, Esteban Valdés, Sergio Vázquez, Eduardo Vilches, Juan Villoro, Sergio “Ratón” Zárate; El Aficionado de Puro Corazón, El Necio, Comando Rojiblanco, Miguel Acosta.

Antes no entendía lo que significa, pero tener el honor y privilegio de platicar con Don Marcial Ortiz, de los Once Hermanos, es una experiencia que me dejó marcado como aficionado y como periodista. Aquella tarde con él y con el Chatito Ortiz marcaron, prácticamente como ninguna otra, la estructura del libro y qué debía incluir. Y qué decir del privilegio de contar con el apoyo y acceso a su colección personal, de la familia del Poeta Lozano, Don Tomás y Rolando, quienes orgulloso siempre estuvieron abiertos a participar.

Soñaba con ser como Aguinaga, Zárate o Basay aunque me parecía más, por mi estilo de juego –lo que sea que signifique eso a los 8 u 11 años–, a Uwe Wolf; aunque a decir verdad, sin saberlo entonces, hacía algo mucho mejor mientras pateaba la pelota en la azotea del edificio donde vivía mi abuela… es contar historias. Imaginaba escenarios y personajes, narraba para mí –y uno que otro vecino tal vez– y después recreaba esas mismas historias, como el milenario programa Acción.

No entiendo nada y, sin embargo, entiendo todo.

Hoy entiendo todo y sigo sin entender, porque no tiene sentido. Bah, sí tiene, al menos uno: Toda gira entorno al dinero. Esa es otra historia de nuestro futbol.

Este mismo libro me dio mi primer trabajo, Jefe de Prensa y Comunicación de Club Necaxa –muchas gracias por la confianza querido Mauricio Lanz–, y me regaló mi primer amigo en el futbol, Damon, con quien he vivido de todo desde hace 12 o 13 años. Viví el segundo descenso desde adentro, lo sufrí, y me hice “más” necaxista lo que sea que eso signifique. En ese mismo camino también encontré gente muy valiosa en lo profesional, más en lo personal como César Enríquez, Xavi Sol, Juan Carlos Zamora, Rodrigo López, Javier Romero, José Antonio Casas, José Luis Cuevas, Pako Domínguez, y un sinfín de otros nombres que seguramente estoy dejando en el tintero.

También conocí a Juan Terrazas, el monero, director del Museo de la Caricatura en CDMX y quien fue el primer colaborador que me ayudó a reemplazar las fotos que cuestan mucho dinero, con espectaculares caricaturas e ilustraciones, después se unieron Murdok Heras, Ana Paula Cámara, Carlos Cavazos, José Bernal, Carlos Romero, Barrilete Cósmico, y Llegas Pacheco. El caso de Tsebal Chon es muy especial, pues retrata los significados de Necaxa a partir de la investigación de Javier Romero; Tsebal Chon es una mujer indígena ajena al futbol e interpreta – desde mi perspectiva, con brillantez– con su ilustración, esas explicaciones, sobre todo, la totonaca; a ella la conocí porque una amiga difundió una de sus ilustraciones, su arte me enamoró y después de leer un poco de su trayectoria, también me identifico con muchos de sus valores. Ahí radica su importancia. Todos los artistas complementan el libro y realzan con sus trazos, nuestras memorias. Qué privilegio conocerlos y colaborar en este camino. A todes, muchas gracias.

Cierro el círculo también para mi familia, amigos, mi novia, porque ellos sufrieron y sonrieron conmigo en esta larga aventura. Aguantaron desplantes, que no fuera o estuviera porque el Necaxa se “jugaba” algo importante para el libro, y festejaron. Me acompañaron a entrevistas, viajamos a Aguascalientes y otros estadios, escribimos juntos en la biblioteca. El libro no sería sin esa gente tan especial.

            El libro lo comencé a escribir con la visión de un niño que jugaba en la azotea a crear sus propias aventuras, y que después, cumplió el sueño de relatarla historia del equipo de sus amores.

Ese niño soñador, necaxista: extraño esos partidos en la azotea del edificio en la colonia Roma del Distrito Federal, donde vivía mi abuela cuando era niño. El sol caía a plomo, las porterías las marcaba con botes de detergente o suavizante. Era un jugador del montón, también la estrella. Corría y narraba. También era el árbitro y equipo visitante. Terminaba agotado. Lalá nos compartía medias naranjas para refrescarnos todos, como equipo. En las noches de domingo, repasaba las mejores jugadas del fin de semana, lo hacía en cámara lenta para que papá y mamá pudieran apreciar mi magia con el balón. No siempre ganaba Necaxa, a veces, muy pocas, también el Atlante. 

Extraño esos días cuando, inocente, esperaba impaciente que mi papá terminara de leer el periódico para ver la sección deportiva y ver qué jugadores se iban y llegaban a Necaxa; al Atlante, su equipo, o Pumas, el de mi mamá, aunque ella no lo seguía en absoluto. Extraño ese nerviosismo de leer que un “héroe” rojiblanco fuera a vestir la casaca del América… era el preámbulo de varias decepciones en una misma. Y así fue muchas veces, otras no.

No entendía nada.

Extraño llorar porque quería conocer al “Matador” Hernández y no podía, no sabía cómo. Alguna vez entré a la cancha del Estadio Azteca en un Necaxa vs Atlante o al revés. En la banca estaba Alex Aguinaga, mi máximo referente en el futbol hasta ese momento, y yo boquiabierto, sin poder dejar de admirarlo; él sonriente. Antes del partido, posaba con el equipo titular ese día para la foto oficial y me sentía futbolista, imitaba sus mañas y me generaba ansiedad no conseguir sus autógrafos. Extraño sentir que se trata de sólo un juego.

¡Qué honor ser el autor del libro oficial histórico del Necaxa! Siempre estaré agradecido con la directiva de Santiago Tinajero por la apertura y la sociedad para que fuera posible; vaya que trabajé con diferentes administraciones, con esta fue posible y eso merece mi reconocimiento.

Orgulloso cierro el círculo viendo que aficionados, periodistas, narradores, incluso el presidente de la Liga MX, utilizan la frase “pasión electrizante” para hablar del Centenario del Necaxa. Algo absolutamente inesperado y que es, automáticamente, esa gasolina para seguir siendo periodista, un apasionado de contar historias y aficionado del Necaxa.

¡Felicidades a la espectacular afición del Necaxa! Esos que siempre estamos, aunque gane; esos que viajamos, que nos disfrazamos con casaca rojiblanca, que nos emocionamos con nuestros héroes, que siempre creemos que el Necaxa, tal vez, sólo tal vez, ahora sí gané, aunque sea para variar o por equivocación. Yo no sería quien soy sin mis camaradas necaxistas. Infinitas gracias también.

Cumplí, a mi manera, el sueño del pibe. Pasión electrizante. Leyenda del Necaxa es un sueño de vida hecho realidad.

¡Feliz primer Centenario querido Necaxa! ¡Fuerza Rayos!

Alan

Si llegaste hasta aquí y no tienes Pasión electrizante. Leyenda del Necaxa, descúbrelo en pasionelectrizante.com

Presentación oficial en el Auditorio Once Hermano de Casa Club Necaxa, Aguascalientes.

Deja un comentario

Your email address will not be published. Please mark all required fields.